Tejiendo Infancia
9 MESES
O cuarenta semanas. Las que tarda en gestarse un bebé. Y lo que tarda el tiempo a volver a tus manos después de gestarlo y traerlo al mundo. Lo mismo que tardan ellos en entender, más o menos, cómo funciona la vida afuera de la panza
Ya lo habia vivido con Mila, cuando cumplió esa misma cantidad de meses en casa. Pero las mamás no tenemos memoria y unas cuantas veces me anduve preguntando en estos meses: ¿Cuándo me vuelve el tiempo? ¿Cuándo me vuelve el cuerpo? ¿Cuándo voy a poder escribir sin un abrojo en mis pies? Y no es que todo vuelve a ser como era antes de ser mamá, donde las horas tenían 60 minutos y podía leer un libro en una semana. Pero algo se reacomoda en ellos, y entonces, después de nueve meses, la posibilidad de terminar esa novela es una realidad. La de sentarte a teclear algunas letras en silencio, también lo es.
Entonces pienso que me gusta escribir con abrojos en mis pies; y que la novela puede esperar; y que mi cuerpo no está tan mal. Que el tiempo, tarde o tempra-no, vuelve. Lo que no vuelve son esas manitos pegajosas en mis piernas y esas miradas ingenuas llenas de curiosidad. ¿Qué queda entonces?
Disfrutar.