Los cuentos pueden convertirse en nuestros aliados. Para esto debemos tener en cuenta:
- Elegir bien el cuento: la lectura se convierte en placer cuando es activa y divertida, es decir, cuando el texto no lo cuenta todo y en él hay ciertos huecos que el lector debe rellenar con su imaginación, sus expectativas, su experiencia previa, sus recuerdos, sus necesidades del momento… Un buen cuento es aquel que emociona al lector y que lo toca por un motivo u otro, es aquel que lo acompaña en su crecimiento emocional y social, pero siempre sin olvidar la función principal de la lectura en la infancia, que es divertir, sorprender y enganchar al lector.
- Haz preguntas de curiosidad: parar la lectura en momentos clave de la historia y hacer alguna pregunta con diferentes objetivos.
- Preguntas para desarrollar conciencia emocional, por ejemplo “¿Cómo se siente el protagonista en este momento?” “¿Por qué crees que se siente así?” “¿Vos te sentiste así alguna vez?” “¿Cuándo? ¿Qué pasó? ¿Cómo lo resolviste?”
- Preguntas para hacerles practicar la toma de decisiones: “¿Qué harías vos en su lugar?” “¿Qué crees que pasaría entonces?”
- Preguntas para aprender a controlar sus emociones y sus cuerpos: “¿Cómo crees que va a actuar?” “¿Qué otras cosas podría hacer?” “¿Cómo podría calmar su rabia?”
- Preguntas para proponerles dilemas éticos y morales: “¿Qué harías si…?”
- Crear tu propio cuento: Cuando nuestros hijos viven una experiencia dolorosa o que les asusta, pueden sentirse abrumados y desbordados por las emociones que se desencadenan. Las investigaciones demuestran que el hecho de hablar de lo que nos ha sucedido y ponerle un nombre, reduce el dolor o el miedo que sentimos por lo sucedido. Hablar de ello nos hace entenderlo y superarlo más rápidamente. Podemos animarlos a contar lo sucedido, leer cuentos que les ayuden a rememorar lo que pasó, crear nuestro propio cuento explicando lo que pasó.